¿Sientes dolor en la cadera al caminar, correr o levantarte de una silla?
¿Notas rigidez al moverte, molestias al dormir de lado o un dolor que irradia hacia el muslo o la ingle?
La cadera es una de las articulaciones más fuertes y estables del cuerpo humano. Es el punto de unión entre el tronco y las piernas, y juega un papel esencial en todos los movimientos: caminar, correr, agacharte o mantenerte de pie.
Pero precisamente por esa importancia, la cadera también sufre. El sedentarismo, los entrenamientos mal realizados, los desequilibrios musculares o la falta de movilidad pueden generar dolor y limitar tu capacidad para moverte con libertad.
El dolor de cadera puede tener muchas causas, pero la mayoría no se debe a una lesión grave, sino a un problema funcional: músculos rígidos, articulaciones bloqueadas o desequilibrios que alteran la mecánica del movimiento.
Las tres causas más comunes que vemos en consulta son:
El reposo absoluto no ayuda a sanar una cadera dolorosa. La falta de movimiento debilita los músculos, reduce la irrigación articular y puede aumentar la rigidez.
En cambio, el movimiento controlado y progresivo estimula la recuperación, mejora la lubricación de la articulación y reduce la sensibilidad al dolor.
Empieza con ejercicios suaves de movilidad de cadera y pelvis. Aumenta progresivamente la carga con ejercicios de fuerza y estabilidad.
Recuerda: el movimiento es medicina… siempre que esté bien dosificado.
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