El tema de la postura suele aparecer en cualquier conversación sobre salud muscular y articular. La mayoría de las personas considera que su postura “es mala”, y no es de extrañar: pasamos gran parte del día frente a pantallas, sentados o inclinados, con el cuerpo encorvado y sin espacio para moverse.
Sin embargo, cuando se habla de “buena” o “mala postura”, comienzan los malentendidos. Muchos idealizan una postura perfecta, rígida, simétrica, inspirada en maniquíes o esquemas teóricos. Pero la realidad es muy diferente: cada cuerpo tiene su propia manera de estar equilibrado.
Este artículo te ayudará a entender qué significa realmente tener una buena postura —si es que existe— y cómo puedes mejorar tu relación con tu cuerpo.
Descubre la historia muy interesante de la mala postura

La buena postura no existe
En realidad, no existe una postura perfecta.
Lo que sí existen son posturas que generan más o menos tensión en el cuerpo. Permanecer demasiado tiempo en una misma posición, incluso una que parece “correcta”, puede causar molestias y desequilibrios musculares.
Lo que verdaderamente daña tu espalda no es cómo te sientas, sino cuánto tiempo pasas sin moverte. El problema no es la posición: es la inmovilidad.
Moverte con regularidad, variar tus posturas y mantener una buena condición física son los mejores remedios para prevenir el dolor y proteger tus articulaciones.
El cuerpo no necesita rigidez. Necesita movimiento, variabilidad y fuerza.
La percepción de tu postura puede engañarte
Casi todo el mundo cree tener una “mala postura”. Pero esa percepción muchas veces no se corresponde con la realidad de su cuerpo.
Un estudio demostró que, cuando se sienta a las personas en una postura objetivamente equilibrada, la mayoría no la percibe como cómoda o correcta. Al contrario, cuando intentan “corregirse”, adoptan posiciones más forzadas y desequilibradas.

Esto ocurre porque asociamos la buena postura con algo estético —espalda recta, hombros hacia atrás— y no con algo funcional y relajado.
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Una postura saludable no se ve bien: se siente bien.
Cada cuerpo tiene su propio equilibrio
La postura ideal es aquella en la que tu cuerpo está en equilibrio, sin tensiones innecesarias ni bloqueos articulares. No hay una forma única de estar de pie o sentado correctamente: depende de tu morfología, tu historia de movimiento y tu nivel de fuerza y movilidad.
Por eso, más que “corregir” tu postura, lo que realmente importa es aprender a moverte mejor y a escuchar las señales de tu cuerpo.
El secreto: moverse más
La clave para una buena salud postural no está en mantener una posición, sino en variar, moverse y fortalecerse. Combatir el sedentarismo es mucho más efectivo que buscar la postura “perfecta”.
Practica ejercicios que restauren tu movilidad, tu fuerza y tu coordinación. Cuanto más fuerte, móvil y consciente sea tu cuerpo, más natural será tu postura.
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En resumen: la buena postura no se mantiene, se construye. Y se construye moviéndote.