La lumbalgia —también llamada dolor lumbar o dolor de espalda baja— es una de las causas más frecuentes de consulta médica y de inactividad física. Puede aparecer después de un movimiento brusco, un esfuerzo mal realizado, una postura mantenida durante horas o, simplemente, por pasar demasiado tiempo sin moverte.
Afecta a personas de todas las edades:
- un joven de 30 años que se lesiona levantando 100 kg,
- una mujer de 75 años con dolor lumbar desde hace 10 años,
- un hombre de 50 años que sufre cada vez que pasa más de una hora sentado.
Cada uno de estos casos parece distinto, pero todos tienen algo en común: la espalda está sobrecargada o poco entrenada. Y es importante entenderlo, porque el 80 % de las personas sufrirá dolor lumbar al menos una vez en su vida.
¿Qué es la lumbalgia?
La lumbalgia es un dolor localizado en la parte baja de la espalda, a veces con irradiación hacia los glúteos o las piernas. En la mayoría de los casos, se trata de una lumbalgia común o funcional, es decir, un dolor sin lesión grave, causado por una sobrecarga momentánea de músculos, tendones o ligamentos de la columna lumbar.
Dependiendo de su duración, existen tres tipos de lumbalgia:
- Lumbalgia aguda: aparece de forma brusca y dura menos de una semana.
- Lumbalgia recurrente: vuelve a aparecer dentro de los 12 meses del primer episodio.
- Lumbalgia crónica: se mantiene durante más de tres meses.
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La lumbalgia no es una patología, es un síntoma. La afección responsable del dolor, en la gran mayoría de los casos, esta desconocida. Es más, el dolor de espalda no siempre esta asociado con una patología
Factores de riesgo
La lumbalgia no es una enfermedad, sino un síntoma. En la mayoría de los casos, la causa exacta no se puede identificar, pero sí existen factores que aumentan el riesgo:
- La edad
- El sedentarismo o la falta de ejercicio
- El sobrepeso
- El tabaquismo
- La falta de sueño
- El estrés, la depresión o la ansiedad
- Algunas enfermedades reumatológicas
En el 90 % de los casos, la lumbalgia es el resultado de un desequilibrio entre la carga que soporta tu espalda y su capacidad para tolerarla. El problema no es tanto lo que haces, sino cómo de preparada está tu espalda para hacerlo. Puede ser un esfuerzo demasiado intenso (peso, tensión, repeticiones, estrés) o una espalda demasiado débil (inactividad, rigidez, falta de fuerza).
La buena noticia: tu columna es fuerte y adaptable. Con el movimiento adecuado, puede volver a soportar esfuerzos sin dolor.
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Evolución y pronóstico
En el 90 % de los casos, la lumbalgia mejora espontáneamente en menos de seis semanas. Solo un pequeño porcentaje (3–6 %) evoluciona hacia una forma crónica.
Cuando el dolor se vuelve persistente, no significa que haya un daño físico continuo, sino que el sistema nervioso se ha vuelto más sensible: el “sistema de alarma” del cuerpo sigue activado incluso después de que los tejidos ya se hayan recuperado. Por eso, aunque el dolor sea real, no siempre equivale a una lesión.
“El cerebro puede volverse sensible a los mensajes de peligro…
pero también puede aprender a responder a señales positivas.”
— A. Louw
Esto significa que puedes desaprender el dolor. Con movimiento progresivo, ejercicio y acompañamiento, es posible recuperar la función y reducir la sensibilidad del sistema nervioso. Es lo que hacemos durante la primera fase del Programa Espalda del Método Funcional.

Qué hacer para sanar una lumbalgia
1. Mantente activo (aunque duela un poco)
El reposo absoluto no es un buen tratamiento. Estudios muestran que permanecer en cama retrasa la recuperación y aumenta la rigidez, la pérdida de fuerza y el riesgo de depresión. Moverte —aunque con molestias— ayuda a acelerar la recuperación.
Empieza con movimientos suaves, camina, estira, adapta tus actividades… pero no te detengas por completo. Cuanto más esperes, más difícil será volver a moverte.
2. Usa el movimiento como tratamiento
Tu cuerpo necesita estímulos para recuperar fuerza y estabilidad. Los ejercicios de movilidad, fortalecimiento progresivo y respiración son esenciales para reentrenar tu columna y reducir el miedo al movimiento.
Puedes empezar con movimientos básicos y luego avanzar hacia ejercicios más específicos (los encontrarás en el Programa Espalda dentro de la app del Método Funcional).
Cómo aliviar el dolor
No existen soluciones milagrosas, pero algunas estrategias pueden ayudarte a controlar el dolor y facilitar el retorno a la actividad:
- Medicamentos: los analgésicos y antiinflamatorios prescritos por tu médico (como ibuprofeno o paracetamol) son eficaces y seguros si se utilizan correctamente.
- Calor o frío: prueba ambos y elige lo que te alivie más. Aplica 15 – 20 minutos de calor (ducha, compresa) o 10 – 15 minutos de frío (bolsa envuelta en toalla).
- Masajes: pueden ayudar a relajar la musculatura y reducir el dolor a corto plazo.
- Terapia manual: manipulaciones o movilizaciones realizadas por un fisioterapeuta u osteópata cualificado pueden ofrecer alivio a corto plazo, pero no recolocan vértebras.
- Faja lumbar: puede brindar apoyo temporal, pero no debe usarse más de un día seguido, ya que debilita los músculos estabilizadores.
Cuándo consultar
Consulta con un profesional de la salud si presentas:
- Dolor nocturno que interrumpe el sueño
- Fiebre, pérdida de peso o fatiga intensa
- Dolor que se agrava progresivamente
- Dolor irradiado con pérdida de fuerza o sensibilidad